Que yo tengo muy mala suerte con los aviones es un secreto a voces. Es más, este año de todos los viajes que he hecho en avión, más de la mitad han acabado en retrasos o cancelaciones.
Si no me crees, os voy a contar resumidamente las dos historias para tirarse de los pelos que he tenido este año. Como dicen que no hay dos sin tres, la tercera es la graaaan traca viajera en la que acabé en el Oktoberfest improvisadamente de la que iba hacia Rusia.
Primera traca del año
Durante nuestro viaje a Alsacia en Semana Santa coincidió que el avión de vuelta lo teníamos directamente desde Bruselas.
¿Y qué pasó? Pues que justo el día antes de volar de regreso a España fue el trágico atentado terrorista en el Aeropuerto de Zaventem. Y claro, obviamente nos cancelaron el vuelo.
Además, este hecho fue bastante shock, porque en principio creíamos que teníamos que ir a devolver el coche alquilado de rentalcars a Bruselas justo el día después del atentado. Las cosas como son, me estaba haciendo caquita encima. Así, literal. Me daba muchísimo miedo. Menos mal que al final nos ofrecieron dejar el coche de alquiler en Luxemburgo. Desde allí, y tras pensar todas las opciones que teníamos, decidimos coger un tren de alta velocidad directamente a París. Y, una vez allí, tomamos un avión directo a España.
Segunda traca del año
En junio de este año fui de despedida de soltera con mis amigas a Benidorm. Después de tirarnos la fiesta padre, toca coger el avión de vuelta. Pero, ¿qué pasó esta vez? Llegamos siete horas más tarde. Siete. Como ves, la diversión padre fue esperar en el aeropuerto.
En este caso, el retraso fue por la movida que tenían montada los de vueling con la llegada del verano. Por cierto, justo esta semana he recibido la compensación económica por este gran retraso. Ya os contaré en un post detallado cómo reclamar un vuelo paso a paso. Como verás ya soy experta en ello 🙂 .
Tercera traca viajera del año (y espero que última)
La semana pasada a la misma hora a la que deberíamos estar dando un paseo por San Petersburgo y tomando vodka...¡Estábamos en Munich disfrutando del pre-Oktoberfest!
Nos retrasaron la primera conexión desde Bilbao hacia Munich seis horas (como ves ya estoy acostumbrada a esperar en el aeropuerto) y perdimos la siguiente conexión que nos llevaba hasta San Petersburgo.
¿Resultado final?
¡Unas birras en Munich! Además, coincidía que al día siguiente comenzaba el Oktoberfest y había un ambientazo tremendo.
La compañía Lufthansa nos puso un hotelito bien majo cerca del aeropuerto, es decir muuuuuyyy alejado del centro. Nosotros decidimos que había que acabar bien la noche y no se nos ocurrió mejor plan que poner rumbo al centro de Munich.
Casualidades de la vida, durante el viaje nos acoplamos a unos señorines la mar de majos de San Sebastián. Ellos también habían perdido la conexión que les llevaba hasta Polonia. Eran realmente entrañables. Tendrían unos 70 años pero iban como chavales con sus mujeres de la mano. Adorables.
Lo mejor de todo es que habían viajado por todo el mundo, tanto con guía como por su cuenta.
Juanra, ¿nosotros cuando seamos mayores seremos así también?
A veces cuando viajamos nos encontramos con un montón de gente a la que decimos el nombre de nuestro blog y no sabemos si se acordarán de nosotros, si nos seguirán, o si ni tan siquiera nos buscaron en internet. Si por casualidad alguien de los que hemos conocido durante los viajes lee esto ¡no os olvidéis de dejar un comentario que nos hace ilu! No es el caso de una pareja bien maja de Salamanca con la que coincidimos en San Petersburgo. Ya les tengo localizados en facebook 🙂 .
 
Bueno, y... ¿adivinas a qué nos dedicamos en Munich?
Solo teníamos unas dos horas para estar por el centro de Munich pero las aprovechamos a tope. Después de bajarnos en la parada del metro de la MarienPlatz y de sacar las fotos de rigor a la plaza, que por cierto era súper bonita, pusimos rumbo a nuestro objetivo principal: La cervecería Hofbräuhaus.
Fue una pena que mi primera vez en un Munich y en el pre-Oktoberfest haya sido así de accidentado y, sobre todo, así de breve. Me quedé con ganas de quedarme más tiempo y de vivir el Oktoberfest a tope. Ya sabéis que a mí me va más la fiesta que a un tonto un lápiz.
Me gustan las fiestas donde todo el mundo va con una vestimenta para la ocasión. Véase los San Fermines, o la Feria de Abril en Sevilla. Y claro, el Oktoberfest es de esas fiestas, ¡me encanta! Y, encima, con la cerveza como protagonista. ¡No puede gustarme más!
Las chicas van espectaculares, con esos trajes que sientan como un guante. Los chicos parecen más bien sacados del mismísimo cuento de Pinocho pero están bien monos también.
Obviamente, lo primero que quise es sacarme la típica foto de guiri con ellos.
Y Juanra también la quiso 😉 .
Y luego, llega la mejor parte: la cervecería. El bar era enoooooorme! Y estaba tremeeeeeeendamente petado. Como solo éramos dos (a los abuelitos adorables les dejamos dando un paseo) hicimos mover un poco el culo a un grupo y conseguimos hacernos un hueco fácilmente.
Ya estábamos acoplados. Solo nos falta un par de cervezas, bueno mejor dicho, cervezotas. Y todo solucionado.
Me llamó especialmente la atención que la gente se bebía la cerveza a un ritmo alucinante. De hecho más de uno se subía a la mesa mientras todo el bar aplaudía y cantaba para que se bebiese la cerveza de trago. Un auténtico reto.
También despertó mi curiosidad el brazo que hay que tener para ser camarero en el Oktoberfest. Especialmente para las chicas. Las camareras, correctamente ataviadas con su traje de Baviera que, con tanto escote, a veces resultaba realmente difícil mirarlas a la cara, llevaban las jarras de cerveza de 6 en 6 o incluso de 8 en 8. Estas no desayunan salchichas, desayunan las espinacas de Popeye. Ojiplática me dejaron.
Las dos cervezas que lleva esta camarera en la foto es simplemente el entrenamiento 😉 .
Allí estuvimos un rato disfrutando a tope del pre-oktoberfest. Cerveza va y viene hasta que ya se nos hacía tarde y decidimos volver al hotel. Al día siguiente tocaba seguir el viaje hasta Rusia como nominados al premio #BlogeroGold. ¿Llegaríamos finalmente a nuestro destino final?
Por cierto, otras tracas viajeras con los aviones que he acumulado en los últimos años:
Escribí este post sobre tracas viajeras I, de cuando llegué tres días más tarde a Edimburgo.
Y tengo otra híper-traca de cuando me cancelaron un avión que al final salió. Tengo pendiente contarlo en otro post. Como ves, me pasan cosas muy raras con los aviones. ¿Tu también eres algo gafe? ¿Tienes historias para no dormir con los aviones y los aeropuertos? Déjanos un comentario y cuéntanosla, así no me siento la única gafe en el mundo 😉 .
Sigue leyendo otros artículos relacionados que también te pueden interesar:
- Diferencias entre ir a la playa en el norte o en el sur de España.
- Lugares del mundo en los que es realmente imposible sacarse un selfie.
- Claves para superar el miedo a volar definitivamente.
- 10 cosas que odiamos todos los españoles cuando estamos en el extranjero.